El Reino de Bélgica está situado al oeste de Europa y limita con Alemania, los Países Bajos, Luxemburgo, Francia y el Mar del Norte. Junto con los Países Bajos y Luxemburgo, el reino, independiente desde 1830, forma parte de los países del Benelux. Con una superficie de unos 30.500 kilómetros cuadrados, es más pequeño que cualquier estado federado alemán, pero tiene más de 11 millones de habitantes, casi tantos como Baviera. Alrededor del 60% de sus habitantes son flamencos y el 40% belgas francófonos; además del flamenco y el francés, el alemán también es lengua oficial. Bélgica está dividida en tres regiones : Flandes, de habla flamenca, en el norte; Valonia, de habla francesa, en el sur; y Bruselas, la capital, situada en el centro del país.
Bélgica fue uno de los miembros fundadores de la CEE, razón por la cual muchas de las instituciones más importantes de la UE, como el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros, tienen hoy su sede en Bruselas. Los visitantes de la capital perciben inmediatamente el ambiente internacional. También hay muchos lugares de interés cultural en Bruselas. Entre los más famosos están el Atomium -símbolo de la Exposición Universal de 1958-, la fuente del Manneken Pis, el ayuntamiento gótico y las numerosas calles comerciales que invitan a pasear.
El país tiene mucho que ofrecer en términos turísticos. Las estaciones balnearias del norte (por ejemplo, De Haan, Zeebrugge y Brujas) atraen cada verano a numerosos veraneantes al Mar del Norte. Los numerosos memoriales de guerra y cementerios de la Primera Guerra Mundial son también una atracción para los turistas procedentes de Inglaterra. La zona es muy llana, lo que la hace ideal para vacaciones y excursiones en bicicleta . En el sureste de Bélgica se encuentran las Ardenas, una meseta montañosa de hasta 400 metros de altura, por la que discurren hermosos ríos serpenteantes. Los abruptos desfiladeros son ideales para practicar piragüismo, escalada y senderismo. Eche un vistazo a los fascinantes paisajes con las webcams y conozca Bélgica de antemano.
Desde el punto de vista culinario, el dinero merece la pena. Bélgica es mundialmente famosa por su chocolate: más de 2.000 chocolateros transforman el cacao en finos bombones y tabletas. Los gofres belgas recién horneados, especialmente los ligeros de Bruselas y los dulces de Lieja, tientan en cada esquina. Ninguna visita a Bélgica está completa sin los moules-frites, mejillones al vapor con patatas fritas perfectamente crujientes, a menudo considerados plato nacional. También es típica de la región la sabrosa carbonnade flamande, un goulash de ternera refinado con cerveza regional. Y luego están las frittées, las patatas fritas originales, crujientes por fuera y esponjosas por dentro, servidas con imaginativas salsas como la Andalouse o la Samurai. Una cerveza belga bien fría es el acompañamiento perfecto: se producen más de 1.500 tipos de cerveza en unas 400 fábricas, desde las tradicionales trapenses y de abadía hasta las creativas cervezas artesanales. Muchas cervezas son de alta fermentación, alto contenido alcohólico y sabores complejos. La UNESCO ha reconocido incluso la cultura cervecera belga como patrimonio cultural inmaterial, todo un lujo para los amantes de la cerveza.